viernes, 1 de noviembre de 2019

CARROS DE FOC: sueño y realidad

Estany Grande de Colleto

Hace tiempo que Carros de Foc estaba en la lista de mis proyectos de monte. Este año, decidimos quedarnos en el Piri durante el verano. Después de Lintza y Ayous con hijos, nietos y amigos a principios de julio y agosto respectivamente, tocaba Carros de Foc en septiembre. Empecé a preparar el recorrido en abril, decidiendo hacerlo en ocho días a fin de poder gozar al máximo de un rincón del Piri que me imaginaba espléndido.

A principios de mayo, los siete refugios de la vuelta estaban reservados en la Web de Carros para mi compañero Larry y yo, y Bernard y Danièle, nuestros amigos conocidos en Nepal y con quienes hemos andado también en los Alpes, en la Isla de la Réunion y en Parques Nacionales de EEUU. Íbamos a dejar el coche en Pont Ressac de Artíes y pasar por Restanca, Ventosa, Estany Llong, Colomina, Josep Blanc, Mallafré y Saboredo.

Salimos desde casa el día 5 de septiembre por la mañana, llegando a Restanca por la tarde, después de una subida tranquila de 600 metros de desnivel en dos horas.

Llegando a Restanca

El segundo día, en cinco horas, llegamos al refugio de Ventosa, situado en un magnífico paraje, como suspendido encima del lago Estany Negre.




 Dos fotos de nuestro amigo Bernard

En el refugio de Restanca

El tercer día, el sábado 7, salimos los cuatro, a las 8, después de una buena noche en un simpático ambiente montañero. 



Una vez  bordeado el precioso lago Estany Grande de Colleto, empezó para mí una verdadera pesadilla! Cómo hubiera podido imaginar que casi toda la subida al collado de Contraix, casi mil metros de desnivel, era un “camino” de enormes boulders, con cairns posicionados con total anarquía! A pesar de la paciencia y la inmensa ayuda de mi compañer﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽nseguiíro, no conseguía avanzar. Salvar cada roca me suponía un esfuerzo superior a mis capacidades físicas, sabiendo que había salido con una rodilla que pensaba curada de un derrame sinovial.





Antes de salir, había comentado a varios amigos que íbamos por fin a andar por Carros… “Qué suerte, Miren! Está genial...” “Es lo más bonito del Piri...” “Es increíble...” Una sola amiga Blanki me dijo: “Hay un día horrible, con rocas enormes. -por dónde? -no me acuerdo exactamente.” Y no le di más importancia porque no había encontrado ningún relato describiendo esta etapa en ninguna web consultada. Pues si Blanki no se acordaba dónde era, sí que yo me acordaré que es al subir al Contraix y lo más duro es que por el otro lado del collado, la pesadilla seguía. Llegamos al collado a las 7 de la tarde… más o menos estando a la mitad del camino… una locura...

 La subida desde el collado
Son las 7 de la tarde, y nos espera la bajada...

A las 9 de la noche, tuvimos que sacar nuestras linternas andando lentamente de un cairn al siguiente. Al cabo de un rato, nos dimos cuenta de que habíamos perdido el camino. Nos dimos la vuelta gracias a la ayuda del GPS y a lo lejos vimos de nuevo un hito amarillo que marcaba el camino de bajada al refugio. Eran las 10 y todavía quedaba mucho camino en plena noche para llegar al refugio de Estany Llong. Llevábamos catorce horas andando… estábamos muy cansados… no había cobertura… nos imaginábamos la inquietud de nuestros amigos Danièle y Bernard al no vernos llegar…

Fue hacia las 10 y cuarto cuando vimos, subiendo a lo lejos, tres luces. En quince minutos, estaban a nuestro lado nuestros salvadores con dos mantas al cuello, Xabier y Norma, los dos guardianes del refugio y la tercera luz, los ojos de su perro. Seguimos bajando lentamente con su ayuda otras tres horas. A la una de la madrugada, Xabier nos enseñó una cueva donde instalar un vivac dejándonos un talkie-walkie, las dos mantas y un termo de té caliente que nos supo a gloria a las 7 de la mañana, después de seis horas temblando de frío y yo con una rodilla muy dolorosa. Todo esto con la inmensa suerte de una noche sin nubes con un bonito cruasan de luna, sabiendo ahora que dos noches más tarde, iba a nevar.

 7 de la mañana, en el vivac

Xavier nos llamó a las 7 de la mañana, ese domingo 8 de septiembre: “¿Podéis seguir bajando o llamo a los bomberos?” Le contesté que bajábamos aunque estando todavía tumbada, no sabía si mi rodilla iba a responder. Pues aguantó hasta el refugio de Estany Llong unos 300 metros de bajada, pero sin mochila porque nuestro amigo Bernard había subido a nuestro encuentro.

Saliendo del vivac

Bernard, bajando con mi mochila

Ya en el refugio, nos reunimos con Danièle que nos contó la movida de la víspera en el refugio al ver que faltábamos. Y nos abrazamos con Xabier y Norma… la emoción fue inmensa… y todavía hoy, escribiendo estas líneas, la emoción me invade...

Con Xabier y Norma, nuestros salvadores

Teníamos ahora que decidir cómo seguir, sabiendo que yo casi no podía andar. ¿Nos separábamos? Es en momentos así, tan difíciles, que una siente el valor de una verdadera amistad. No hubo ni que hablar, ni que discutir los pros y los contras. Me tuve que tragar la inmensa culpabilidad que me invadía y que me costó días en evacuar. Danièle y Bernard habían decidido que íbamos a seguir juntos los cuatro, cambiando por supuesto el planning de los días siguientes, hacia un programa más cultural.

Del refugio de Estany Llong, me costó una hora y media, por una pista, llegar hasta la carretera donde encontramos un taxi que nos llevó al pueblo de Boí. Nos instalamos en el hotel en frente de su iglesia, joya del románico. Ver a mi compañero y a mis dos amigos gozar de unos ricos pinchos, cena y buen vino me ayudó a aceptar esta inesperada situación.

BOÍ


Al día siguiente, lunes, cogimos un autobús que pasando por Vielha primero, nos dejó en el pueblo de Artíes, desde donde Bernard pudo subir al Pont Ressac a recuperar nuestro coche. De allí, fuimos al pueblo de Espot desde donde un taxi nos subió al lago de Sant Mauricio, al pie de los Encantats. Tuvimos la suerte de tener sitio y cena en el pequeño refugio de Ernest Mallafré, cerca del lago, refugio que teníamos reservado para el día siguiente.

Llegada al lago

Lago de Sant Mauricio, al pie de Los Encantats (foto de Bernard)

Larry con nuestras dos mochillas, llegando al refugio de Ernest Mallafré

Al despertarnos el martes, encontramos el monte blanco de nieve. El guardián, un chico encantador, llamó a un taxi que pudo subir hasta la puerta del refugio. La aventura montañera se acababa aquí. 


De Espot, fuimos a pasar otra noche en Vielha, cenando en el simpático y acogedor restaurante Urtau, al abrigo de un tiempo de perros en las afueras. Y al día siguiente, el miércoles 11, antes de reunirnos a la noche en Pointis, cerca de Saint Gaudens, en casa de Jean-Pierre, el presidente de nuestra Asociación France-Nepal, con algunos amigos de nuestros treks del Nepal, hicimos la Ruta del Románico, visitando los pueblos e iglesias de Vilac, Vilamos y Bossòst.

Vielha

CRIST DE MIJARAN (XII)
una de las piezas más importantes de la escultura románica catalana

Detalle de una pared de la iglesia en Vilamos

Bossòst (foto de Bernard)

Campanario de la iglesia de Bossòst

A nuestra vuelta a Donostia, no pensaba escribir en mi blog la historia de estos días que me dejaron una mezcla de varios sentimientos... tristeza, culpabilidad, irresponsabilidad, miedos... Me costaron muchas noches antes de evacuar pesadillas de rocas enormes, agujeros, caídas, accidentes, muertes... Pero hace unos días, mi necesidad de escribir se volvió muy fuerte y empecé a escribir este texto sin parar durante horas. Aquí lo tenéis... hoy en día, llevo semanas sin andar intentando superar y curar mi derrame sinovial, mirando mis queridos montes desde lo lejos y pensando en futuros proyectos más razonables para el 2020...

 

Aventura realizada del 5 al 12 de septiembre 2019, con Danièle, Bernard y Larry.
Gracias de todo corazón a vosotros tres, y de nuevo a Norma y Xavier por su 
inmensa ayuda. Si en la foto, alguién les reconoce, que me avise por favor. Les dejé mis coordinadas y me prometieron su visita pero hasta hoy, no sé nada de ellos dos. Son dos apasionados de escalada...